domingo, 4 de agosto de 2013

SOY UN HIJO DE DIOS

Nunca antes entendí lo que era ser un hijo o hija de Dios hasta hoy.
Ser hijo de Dios significa que no te sientes atado a tu futuro o a tu pasado, simplemente el tiempo llega a no existir y sientes que eres parte de algo etéreo y eterno.

En realidad comprendes que este tiempo en esta vida es apenas un segundo en la vida del creador y que hay miles de vidas y mundos que funcionan a la perfección.

Entiendes como pudo Jesucristo predicar sin llevar cargas, tal vez apenas lo necesario en una pequeña alforja.

¿Por qué? Porque cuando entiendes que te sientes hijo del Señor sabes que las personas correctas estarán allí para ayudarte en cualquier momento y sostenerte.

Ustedes dirán esto es tán utópico, pero no lo es.

Durante este tiempo e comprobado lo que les dije sabidendo que aunque mi economía andaba un poco mal por las bajas ventas, no tenía preocupaciones por el mañana, sabía que El me ayudaría y de cierto les digo que siempre en el mañana estaba Él.

Parecerá confiada mi posición pero llegué a darle crédito y a sentir verdaderamente lo que dijo Jesús en Lucas 12:22–34:
22 Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.
23 La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.
24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?
25 ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?
26 Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?
27 Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.
28 Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
29 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.
30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
31 Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.
33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye.
34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
 
 Tal vez será porque estoy feliz con mi vida y feliz con mi familia, y aunque deseo tener comodidad este no es mi propósito final, tal vez soy feliz porque he encontrado que el objetivo de mi vida es "hacer de mi hogar un trocito de cielo", pues cuando tuve esta aspiración, pude soportar en ocasiones el mal humor de mi esposo devolviendole sus miradas de enojo y frustración por risas y abrazos, todo cambió, él no pudo resistirse al amor y cariño, y mis hijos tienen un sentido de pertenencia hacia su hogar tan grande que por ello quieren pasar en casa. Es probable que todavía queden muchos años más para encontrar de qué quejarme, pero insisto esto no se trata de quejarse y ansiar un mañana lleno de "oro", se trata de construir el cielo con sus propias manos tan solo con el cambio de actitud.

Cuando uno confía en que el dinero no es lo más importante pero de todas maneras le pide al Señor ayudarlo en esta parte, el Señor responderá a sus oraciones porque usted está haciendo la suya, es decir al hacer de su hogar su nido de amor, el Señor le entregaré en bandeja de oro todo lo demás incluyendo la parte económica que no es la más importante pero que ayuda a las familias a ser parte del sistema económico activo.